Mis ojos azules …
Es el azul del cielo, es un azul mediterráneo, alegre, es verano, sin nubes, como la aureola del sol, luz reverberante. Así son sus ojos y sus cabellos: azules y rubios. Como una sinfonía donde un instrumento desapercibido sin embargo marca el ritmo, de nada valen el cielo y el sol sin una sonrisa.
Esa alegría arrastraba de tal forma que cuando levantaba sus brazos y a saltos recibía el paso del tren, el pasaje, grisáceo, se teñía de colores, el pasaje, átono y plano, de tildes y rimas se inundaba.
Con los brazos en alto todas las mañanas me acechaba y despedía, con admiración e ilusión, aferrado a una valla alambrada; un barco, una sirena, una estela de humo y dos almas que corren por muelle y borda. En tierra ventana baja, brazo al viento, rugido en vacío y claxon, en mar brincos e infantil fiesta.
Hoy ya no hay valla, no hay muelle, te hemos vuelto loco, arrastrado por barcos y galaxias, nadie te ha pedido permiso, atrás nostalgia, dolor ... rabia y sin embargo sigues reluciendo como el sol, azul, verano. Te admiro, te quiero, tienes un don, tienes el ritmo. Este mundo, esta sinfonía, necesita más notas, más notas alegres como tú.