La Mary
La Mary
He aquí, la Mary, no es su sitio definitivo, algún día acabará donde se le haga justicia, la Tate o el Moma, se dirán todo tipo de tonterías sobre su técnica, la motivación y fascinación de la artista por Marylin, nunca darán con la clave, confío por otro lado Celia, que se rompa la maldición de los artistas y acabes millonaria antes de que tu oreja y genio pasen a ser historia.
No es un cuadro cualquiera, no pretendía hacer de la obra un Tamara Falcó, por suerte artista y amigo hemos compartido horas y sueños, sabía que la luz que yo buscaba Celia la tenía tatuada de años en Fuerteventura y Lanzarote, sus playas y volcanes —a pinceladas retratadas—, el impresionismo que admiro, el pop y el cómic, confianza en su trabajo pero más en su persona, y por supuesto nuestra musa, Marylin.
La Marylin: lágrima y sonrisa, una continua batalla en soledad, sin gregarismo, sin colores ni discurso, actitud y ejemplo su bandera, luchadora, libre e independiente, no fue gratis, tuvo un alto precio, nunca sabremos si se fue o se la llevaron, es igual, tanto lo primero como lo segundo refrendan su carácter indómito. Bella por supuesto. Por su sonrisa. Actriz inmensa, no de película, representó y proyectó una imagen díscola y sin embargo tan sólo buscaba el amor.
No es un icono antipático, andrógino, rígido, beligerante y polarizante. Por eso la quiero cerca, por ser universal y para todos, la felicidad nunca es gratis, pero su actitud positiva un lujo para nosotros.