Mis ojos grises...
Es el gris de una nube gigante, como él: grande. Una nube tropical, luminosa, que relampaguea antes de la tormenta; una nube cargada de agua, una mirada acuosa que suelta chispas, es pillo, tiene duende, es chill, tiene swag. Pobre del banco que se deje la puerta abierta. Porque será el único que volverá con el botín y un ramo de rosas para la cajera.
Es noble, amigo de sus amigos. Sentido a su manera. A veces noble, a veces obcecado, tantas incomprendido. El mundo en su contra. Es líder y arrastra, arrastra igual que una ola, pero ésta sí, alegre, divertida, de pingüinos llena, delfines y ballenas. Porque es sonrisa y es fiesta.
Desgarbado y sin embargo habilidoso, parece va a morir en cuesta pero la cuesta hace plano, esprinta a corto y esprinta a largo. No es de los que saltan vallas, allá donde vaya, las tumba, no deja valla sin cabeza.
Te recuerdo vestido de Batman, aquí estoy yo, ¡Ja!, emocionado, en el papel, hinchado y henchido, cuidado villanos, porque conmigo lo vais a pasar divertido. A veces le arrancaría la cabeza pero entonces recuerdo esa mirada y ese porte de puños alados, capa al viento y brazos extendidos y le abrazo, me abraza, como cuando sabe sufro, y todo queda en nada.