01-V-2023
Querida Iratxe.
Otro año ha pasado. Esta vez voy con retraso. No me he olvidado. Pero necesito motivación para escribir. No quería hacerlo en vano. Ya sabes que no me va el rollo useless. Han pasado tantas cosas… iré a lo importante, me inventaré una historia, porque hacerlo de forma descarnada podría ser hiriente para algunos.
… Había una vez, hace ya muchos años, una casa al borde de un acantilado, tenía el frente despejado, verde y mar a su alrededor. Dos hermanos jugaban en las campas, a la playa bajaban precipicio abajo y volaban su cometa. Siempre apresurados de vuelta a la llamada de su madre. Eran uña y carne, si tú fallas yo te cubro, si yo fallo tú estás.
Las interminables noches en la habitación hablando hasta quedarnos dormidos. El pequeño siempre detrás del mayor, devoción y admiración, algún que otro hurto por Navidad, lo suyo siempre mejor, a ciegas, realmente su papel de regalo era más chulo… y cambiazo.
Llegó el día, tú por tu lado, yo por mi lado. Incomprensión, traición. Él necesitaba su espacio. Yo, como un cachorro abandonado, jamás lo hubiera hecho.
Uno busca su sitio, se hace con él, las cosas se asientan de nuevo. Con el paso de los años, cachorro y dueño se reencuentran, y aun con espacios disjuntos, la lealtad perdura. Hermanos al fin y al cabo.
Si llegabas a casa mamado, él se encargaba de la cobertura. Si el coche aparecía abollado, eso llevaba hacía ya un mes.
De nuevo la vida te separa, pero como la gravedad que une a los planetas, siempre hay un hilo invisible que te mantiene unido.
Hasta ahora.
No sé qué ha pasado. No entiendo nada. No sé qué he hecho. Cuando más os necesitaba habéis cambiado de galaxia. Habéis desaparecido en un agujero negro y el único sonido que escapa a su metálica densidad es el silencio, la mirada crítica y el prejuicio. Sin preguntas, sin una triste llamada.
Hace años que ya aprendí de esto y aunque en nuestra galaxia familia, los planetas debían permanecer unidos —es lo que aprendimos de nuestros padres al fin y al cabo— debemos aceptar que el mundo no es siempre como esperamos.
Tan sólo necesito entenderlo.
Hasta entonces, como el cachorro que sigo siendo, seguiré buscándote a ti y al resto de mis queridos planetas desaparecidos.
… Iratxe, putos alados meapilas, siguen dando por el culo, cada vez más sutiles.
Se han cargado un axioma, algo tan básico como la fuerza de la gravedad. Podrían de paso haberse zumbado el régimen de incomunicación que nos separaba a los vivos de los fenecidos. Podrían hacer que tus hijos te contasen sus sueños por las mañanas y les preguntases por el cole por las tardes, que te sintieran cerca y sintiesen tu calor.
No se han dado cuenta: nuestra voluntad atraviesa sus barreras y aquí estamos otro año, tú en el cielo y yo aquí, en el Planeta de los Simios, conversando, no se han enterado que tus hijos ya sienten tu calor, saben que sigues a su lado, que tu amor traspasa muros y está a prueba de ángeles, axiomas y fronteras.
Mira, a algún alado se le han empezado a caer las plumas.